lunes, 29 de marzo de 2010

¿Podría Dios crear algo indestructible?

Si observas los detalles que van forjando tan compleja situación, podrías considerar que era sumamente probable obtener consecuencias nefastas como resultado final, sin embargo, considero que las cosas siempre caen por su propio peso. Podría tal vez confesar demencia, los actos me avalarían, pero no es verdad, no estoy para nada loco.
La confusión comenzó desde el momento que decidí volver a la ciudad que me vio nacer, habían pasado casi diez años desde el día que partí. Cada caminata por esos antiguos barrios me recordaba vivencias de mi infancia y adolescencia, amores y frustraciones pasadas que jamás dejaron de estar presente.
Reencontrarme con ella fue una situación que en cierto sentido generé frecuentando lugares en donde existía gente en común, implícitamente formulaba cuestionamientos sobre ella y así fui obteniendo información necesaria para saber en que estaba y como encontrarla, lo importante de todo esto era saber para qué quería encontrarla.
Los años en mí no habían dejado muchas marcas, seguía estando solo, más con aspiraciones profesionales que emocionales, por el contrario, ella se encontraba en proceso de formación de una familia, con el objetivo de trascender más allá que en su propia vida.
Cuando la vi, inmediatamente pude reconocerla, ella me vio y simultáneamente nos acercamos. Nuestro último encuentro había ocurrido de manera virtual mediante correos electrónicos, mi orgullo superficial me obligó a ser excesivamente radical y exigirle de forma inmediata su distanciamiento, le expliqué que me sentía feliz de haber optado por caminos diferentes, cosa que era totalmente falsa.
Conversamos de cosas generales, asuntos de los cuales ya me había enterado, supongo que para ella también existió esa incomodidad que se siente al encontrarse con alguien que ya no es relevante en tu vida, que no es más que un vago recuerdo del pasado que uno trata de olvidar.
En mi caso, verla sólo revivió momentos maravillosos, es un hecho que dentro de la concepción que manejo de amor, lo más cercano a esto, lo había vivido junto a ella, la amé con cada uno de mis sentidos, por muy cliché que esto pueda sonar.
Vagamente me habló de su actual vida, casa, pareja e hijos… ¿hijos? Sí, hijos, no concretamente pero si en camino, en ese entonces tenía cuatro semanas de gestación.
Me deprimí y pensé que esto ya era el cierre definitivo para esta historia. Pasaron días y el alcohol me entregaba toda la tranquilidad necesaria para poder dormir y olvidar.
Al vivir relativamente cerca, el roce cotidiano continuó entre nosotros, de a poco recobramos esa antigua confianza y complicidad que existía entre nosotros, los momentos dejaron de ser incómodos y se transformaron en entretenidas charlas.
Inevitablemente comencé a pensar cosas ¿Por qué no intentarlo de nuevo? Podía ver sentimientos hacía mí en sus ojos que no eran alucinaciones de mi parte.
Una tarde sin previo aviso, apareció en mi casa. Yo trataba de imaginar que sucedía en su mundo, saber que la motivaba a buscarme, tal vez existía soledad, decepción, tristeza, quien sabe qué. Intenté sentir movimientos en su vientre palpándolo lentamente, pero nada aún, iban tan solo ocho semana de gestación, esa tarde por fin logramos terminar de ver aquella película que cuando estuvimos juntos jamás logramos ver completa.
Esa tarde más de veinte veces sonó su celular, diversas excusas justificaban su ausencia. Me molesté con aquel aparato, antes siempre pasaba lo mismo, mi ánimo dejo de ser grato y le pedí que se fuera, porque simplemente ya era hora en que debía estar solo.
El pasado siempre ha estado presente en cada una de mis refecciones y esta vez no fue la excepción.
Miedo, desesperación, eso sentía esa noche, retrocedí seis años y ella se iba, me dejaba por otra vida, otra calle, otro contexto,… otra persona.
Acá lloraba, en mis imágenes también ¿Dame explicaciones? , ni ayer ni hoy tampoco están ¿dónde estuviste?
Ven y aférrate junto a mí, todo el tiempo que te queda es lo que me debes, puedo debatir y reprochar cada uno de tus no, esta vez no debo dejar que te vayas, han sido tan enormes mis carencias afectivas. Estuviste y estás, hoy si, en el fondo de todo esto, siempre,… por favor, sólo no me hagas desolar.
Me dormí lleno de miedo y de lágrimas, no había forma de detener.
En los días siguientes cada segundo traía un nuevo recuerdo, la única forma de lograr nuestra próxima unión era provocar que ese engendro se transformase en mío.
La ciencia no estaba de mi parte en tal objetivo, probabilidad cero de fecundar un ovulo fecundado. Leí todo lo que encontré, existían leyes místicas que podían ayudarme, yo fui más osado y opté simplemente en creer en lo imposible.

Tardamos un poco en volver a vernos, la extrañaba tanto que esto producía que me enojase y anduviese de mal humor. No tuve ningún pudor y fui a buscarla a su casa, se encontraba sola, me recibió con una sonrisa gigante que me contagió.
Entré, hablamos, incluso recordamos pasos de bailes que jamás fui capaz de efectuar, esta vez no fue la excepción, se rió tanto de mí.
¡Qué momento más grato! Después de mucho volvía a ser feliz y otra vez era con ella, tenía los ingredientes necesarios para provocar tal sensación en mí.
Nos sentamos juntos, excesivamente juntos para cualquier observador, tomé su mano, no me atrevía a besarla, pero era lo que deseaba hacer, era todo como aquella primera vez. Por favor, bésame tú y quita el peso sobre mí, hazlo, no temas.
Me besó y todo giraba a nuestro alrededor, sus labios siempre se acoplaron perfectamente a los míos, con mis manos siento su cara, su pelo y se fortalecen mis creencias. Comencé a recorrer su cuerpo y fue natural igual como sucedía antes, como si no hubiesen pasado los años.
Nos trasladamos a su habitación e hicimos el amor, sí, el amor, porque eso es lo que siempre hice junto a ella.
El viento recorre la habitación, es cálido y produce ondas en su pelo, yo me sumerjo entre cada uno de sus cabellos, siento su corazón, se une al mío, nos miramos y no existe nada más que ella y yo, viene todo otra vez, tu cara se refleja en el centro de mis pupilas en este ir y venir, sentimos nuestra piel, me rasguñas y respiras fuerte sobre mi cara, besas mis orejas, muerdo tu cuello y podemos seguir inagotablemente bajo este rito, Dios parece insignificante comparado con nosotros.
El compromiso era volver y seguir,… así fue.

Cambiamos de escenario y los encuentros fueron luego en mi casa. Me volví un ninfomano, debía ser verosímil la historia y sólo con un régimen excesivo de sexo era mucho más probable un embarazo en nueve días.
Un día la sorprendí y al llegar a mi casa le entregué un una bolsa la que en su interior poseía un test de embarazo, al verlo le provocó un recazo gigante, además quedó impactada, lo arrojó lejos y quiso irse, la tomé por la cintura, ya poseía un abdomen algo abultado, y le pedí que por favor lo hiciera, que era importante para mí. Accedió y evidentemente resultó positivo, pero yo me inventé otro cuento... esa noche había que celebrar, porque en aproximadamente nueves mes más iba ser papá.
A todos mis cercanos les comuniqué este hecho, recibí muchas felicitaciones, todas las personas decían alegrarse mucho por mí, siempre quise ser tema para mis amigos y con esta confesión lo estaba consiguiendo. La realidad global reflejaba cuatro meses, para la mía, tan solo un par de días, mi entorno no podía verla a ella, pues entonces perdería credibilidad la historia.
Por las tardes al verla, comencé a preguntarle como estaban las cosas en su trabajo, ella quedaba un tanto perpleja frente a estas interrogantes, pues en ese entonces ella no se encontraba trabajando.
Le pedí que comenzase a salir más temprano de este, pues debido a su estado era comprensible, le exigí visitar a sus padres también, sólo un buen contexto me obligaría aún más a creerme todo esto.
Me observaba extrañada, me pedía tranquilidad y me consolaba, obviaba un poco mis excentricidades o seguía hasta cierto punto mi juego, con sus brazos rodeaba mi cabeza y era tan cálida, yo podía vivir y morir bajo esa pasividad.
No me dejes más, no, quédate siempre en mí.

Desapareció, se creyó todo el cuento que yo me estaba volviendo loco y le afectó, quizás hasta un poco culpable se sintió, dejo de responder su celular, su casa pasó a estar deshabitada, casi tres semanas y la situación comenzaba a caer sobre mí, no tenía forma en como mantener mi historia y todo lo real llegó de golpe, ella es otra familia y dentro de si lo que tiene es un parasito de otro hombre.
Dejé de comer, así me embriagaba más rápido y el tiempo, lento y todo, pasó, hasta que se cumplió el periodo necesario para parir ese engendro. Su bitácora virtual me enseñó la fisonomía de este sujeto y según yo, era idéntico a mí ¿Será esto producto de un milagro? ¿Había sido capaz de derrotar a la ciencia?
Esa noche, cada una de las sombras de mi habitación comenzó a hablar, cada ladrido que llegaba del exterior era un mensaje, no quedaban más películas para ver, ni cigarros para fumar.
Cada artefacto de mi pieza se comienza mover, pero no me importa, decido salir a caminar y para colmo lleno con parafina un bidón ¿para qué? Ni siquiera yo lo sé.
Puta, se caen los postes, pero no es problema evitarlos, hay tanta gente que grita y corre desesperadamente.
Años atrás ella desapareció igual, sin avisos y al verla estaba en brazos de otro, también en ese tiempo cayeron muchas cosas, pero dentro de mí, esta vez no, porque jamás se levantaron.
Con el tiempo que perdimos podía haber sido todo tan diferente, en ese entonces me caí yo, hoy me caigo junto con la ciudad ¿Qué mierda esta pasando con todo?
En mi paranoica caminata llego a estar frente a su casa, solo se oyen cosas caer y vidrios quebrar.
Es bueno verter la parafina en el frontis de su casa, matará algunos insectos despreciables y como es tan óptima la idea, lo hago inmediatamente.
No hay luz en la calle y las personas no me ven, enciendo un cigarrillo y me siento a observar como arde ese combustible. Parecerá una inmensa locura y mi pasividad quizás la justifique, debo actuar y lavarme las manos, debo correr y caer de rodillas, debo gritar y gastar mi garganta…Qué alguien me ayude, mi mujer y mi hijo se están quemando, qué alguien los salve por favor.

jueves, 18 de marzo de 2010

Tú no sabes como llego un jueves en la noche, yo no sé como amaneces un domingo en la mañana, pero, podriamos intentarlo ¿no crees?