Capitulo II
Estoy aquí con mis ojos y manos cubiertas de sangre, lleno de dudas y miedos, este último tiempo han ocurrido cosas tan extrañas que me cuesta entender más que antes el por qué de todo.
Luego de la muerte de Álida, todo el mundo cambio, mejor dicho volvió a ser como siempre, pero después de un par de meses comenzaron a suceder cosas extrañas, que ahora, después de mucho tiempo he logrado comprender.
En este preciso momento acabo de terminar una batalla que casi me saca de este mundo, tuve suerte, ese ser endemoniado me dejó plagado de miedos.
Retomé mi rutina de muerte, eso si, ahora en una nueva ciudad, siguió mi vida tal como la conocen todos,, estaba trabajando a un ritmo jamás antes visto, incluso insospechado, aumento el número de personas que creyó en mi camino
En una de esas salidas nocturnas, ocurrió algo, llegué a la parte posterior de la catedral, donde siempre estaba plagado de mendigos, gente innecesaria e infeliz. Sentí un leve movimiento me acerqué tomando todas las precauciones necesarias, mientras más me acercaba algo de ansiedad invadía mi mente. Al estar parado frente a este bulto, esperé unos cuantos segundos para ver que pasaba, pero no había ninguna reacción, de una patada alejé todos los cartones y periódicos, debajo de toda está basura encontré un mendigo, pero este agonizaba, miré su rostro y era una persona joven, lo verdaderamente extraño fue cuando miré atentamente sus ojos y tenía pintado sus parpados con sangre al igual que yo, no encontré ninguna respuesta, mientras esperaba lo estaba haciendo sufrir, decidí apuntar con mi revolver, él giró su cuerpo y dejó a la vista su mano en la que sólo conservaba el dedo índice. No podía entender lo que pasaba, sin pensarlo más, levanté el revolver, apunté hacia su frente y disparé.
Traté de sacar el máximo de conclusiones, pero no, nada.
Los días continuaron sin contarme nada, se ocultaba el sol y yo salía trás él, la niebla de ese invierno era increíble, se colaba profundamente en mí y además ocultaba cada uno de mis pasos, permitiéndome caminar por todas partes sin ser visto.
Esa noche otra victima estaba ante mis ojos, no recuerdo exactamente como me acerqué a él, creo que estaba de espaldas. Toqué su hombro y volteó su rostro, vi sus parpados teñidos de rojo con sangre, ver esto fue como un ataque directo a mi cabeza, comencé a retroceder torpemente, él se acercaba a mí, pedía auxilio, estiraba sus manos para tocarme, al caminar apenas levantaba los pies, yo temblaba y al retroceder caí, este sujeto ya estaba casi sobre mí, no podía defenderme, el sable que guardaba bajo mi abrigo, era sólo un trozo de metal inservible. En ese momento mientras se producía esta eterna agonía, miré el rostro del sujeto, volví a notar sus parpados sangrientos, pero también vi como la sangre brotaba de su cara, mejor dicho del lugar donde debían estar sus ojos, pues los de él ya no estaban ahí, grité de espanto, realmente ni siquiera sabía lo que quería de mí, tal vez sólo que lo matase, pero yo no podía , ver sus ojos me anulaba. Me resigne a esperar a que sucediese lo que fuera, cuando escuché un fulminante disparo que dio certeramente en el cráneo de esta porquería de persona, quien cayó inerte sobre mí. El disparo venía desde las alturas, como ya no veía los ojos del sujeto, logré recuperar mis movimientos y comencé a buscar por cada rincón a quien me había disparado, pero no había nada. Misteriosamente desde el rincón más oscuro y lejano, una silueta se asomó, no podía distinguir nada, sin darme cuenta vi que estaba sobre mí y me impactó de lleno con su hombro. Como yo no esperaba esta reacción caí duramente al suelo y me azoté con la muralla, el tipo me miraba, pero yo no podía ver su rostro, sacó un cuchillo y lo lanzó, el cual dio certeramente en mi oreja, extirpándola completamente de mi cabeza, salía demasiada sangre traté de cubrir la herida con mis manos y era imposible, cuando volvía a dirigir mi mirada hacía el lugar donde estaba el sujeto, ya no había nada, desapareció, el único rastro que dejó fue el par de ojos que había extirpado del sujeto que acababa de morir.
Por un lado tenia un dolor infernal y por otro no sabía que era lo que realmente pasaba, alguien me seguía y no sabía porque ¿por qué no me mató?
Jamás sentí tanto temor y deseos de morir como en ese momento.
Ahora todas mis victimas tenían los ojos pintados con sangre y alguna muestra de daños físicos, por más que buscaba por mis alrededores no podía dar con el ser que provocaba todo esto.
Esa noche había una gigante, redonda y amarilla luna. El miedo en mí ya era casi como respirar, producto de la oscuridad no podía ver exactamente cada lugar del suelo, sólo me hizo dar cuenta de algo extraño, el sentir que al pisar, mi pie estaba sobre algo. Me incliné para ver lo que era, lo tomé entre mis manos y lo acerqué a mis ojos, era un dedo, primero pensé que había sido arrancado por un objeto corto punzante, pero al observar detenidamente distinguí como se marcaban en ellos dientes y colmillos. Este hecho sólo causó una inmensa sorpresa y ansiedad de saber quien era el causante.Miré alrededor, no me había percatado, había un camino de dedos, ojos y orejas indicándome la ruta a seguir, obviamente todas estas habían sido arrancados de la misma forma en que las anteriores.
Gotas de sangre que adornaban el piso, daban un efecto que hacía resaltar las esculturas que estaban por alrededor.
Estaba seguro que este camino me llevaría hacía el ser que buscaba, llegué al final ya estaba todo muy oscuro, no podía distinguir nada, sentí que era el final de esta especie de callejón, pues choque con una muralla y ya no tenia para donde seguir caminando, salvo retroceder. Trataba de tocar con mis manos para poder guiarme, sentí que ahora a quien tocaban era a mí, comencé a mover mis manos para alejar esto que me tocaba, eran seres humanos, algo o alguien encendió una antorcha, la cual iluminó el lugar, vi todos esos seres casi inertes caminando de un lado a otro, cayendo y chocando contra todo, tratando de escapar, me rodeaban, yo me desesperaba cada vez más, el camino que me había guiado hasta aquí estaba formado precisamente con los dedos, orejas y ojos de estas personas. Nuevamente vi que tenían los parpados pintados con sangre, como ya tenía la experiencia anterior, saqué el revolver, cerré mis ojos y comencé a disparar a mi alrededor, abrí los ojos, había derribado a cuatro, volví a cerrar mis ojos, pues ya sabía donde estaba el quinto sujeto, saqué un cuchillo y me abalancé sobre él, atravesé 3 veces su cuello, por fin los había exterminado a todos, pero estaba seguro de que aún faltaba lo peor.
Igual que en nuestro primer contacto lo primero que vi fue su oscura silueta, ahora lentamente se acercaba hacia mí, estaba atento esperando a que atacara, yo tenia el cuchillo en mi mano, el venia con un revolver y una densa neblina lo seguía. Decidí esperar a que él me atacara, pero al parecer él esperaba lo mismo, se sentó en un rincón y levantó su revolver, inmediatamente me revolqué por el piso y logre evitar las balas, cuando terminó le arrojé mi cuchillo, con el que le di en uno de sus brazos, dio un gigantesco grito, tiró su revolver al piso y tomo otro, dirigió una nueva ráfaga de disparos sobre mí. Esta vez me dio en ambas piernas y en un brazo, caí, al parecer mi muerte ya estaba escrita, al caer una piedra quedó al alcance de mi mano, la tomé y se la arrojé, lo golpee en la cabeza. Al acercarse a mí, me golpeó con sus pies, me arrastró por todos lados, creí estar apunto de perder el conocimiento, dejó de golpearme y me tomó con sus brazos para apoyarme en la muralla, sacó un frasco del bolsillo derecho de su abrigo y tomó cinco pastillas, abrió mi boca y me las dio, las tragué, ya casi no tenia defensas, pensé que moría, en esta especie de agonía vi nuevamente el rostro de Álida, sentí su aroma, y si este era el día de mi muerte por lo menos tenía un excelente recuerdo en mi mente. Mi lucidez era mínima, pude ver que tomó mi mano y con el cuchillo que le había lanzado, comenzó a cortar cada uno de mis dedos, las pastillas que me había dado ya habían hecho efecto, no sentía dolor, sólo asco, ¡Alida por favor llevame luego!
Cortó cada uno de mis dedos, sólo dejó el índice de mi mano derecha, estaba bañado en sangre. Y comenzó a hablarme, poco logro retener de sus palabras, sólo que estuvo años esperando por mí, para que lo liberara, creció y yo jamás llegué el no podía matarse, trató de saciarse matando a los demás, nació su odio por mí, pero él sabia que sólo yo podía hacerlo, algo faltaba y este era su golpe maestro.
Sacó el revolver que tenia en su bolsillo y lo ató a mi mano en la cual estaba sólo mi dedo índice, la amarró como pudo y puso mi dedo en el gatillo, me dijo que lo hiciera, en esos momentos Álida estaba más presente que nunca en mí, ella me dio la fuerza.
Él grito: “hazlo tu eres mi revolver”, puso su boca en el revolver y mi Alida amada jaló el gatillo junto a mí, salió la bala y el sujeto cayó sobre mi, ahora nuestra sangre se mezclaba. Mis fuerzas ya se iban, cerré mis ojos esperando a que la muerte viniese por mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario